Soy más rica que mi exmarido multimillonario
Capítulo 11

De pie frente a la ventana de su propia habitación, Alina miró aturdida hacia las montañas no muy lejos, y las carreteras zigzagueaba en ellas. De repente llamaron a la puerta. Alina se recuperó de su aturdimiento, abrió la puerta y vio a Andre, vestido con una bata blanca. Mientras se secaba el pecho con una toalla, este le preguntó: —Voy al centro. ¿Quieres ir a tomar algo conmigo? —No —Alina negó con la cabeza. A Andre le gustaba divertirse en bares nocturnos, pero a Alina no le interesaba mucho. En palabras de Andre, ella era una dama aburrida. Al oír su negativa, Andre no insistió más y salió solo tras cambiarse. De esa manera, Alina se quedó a solas en la villa grande. *** A medianoche, el teléfono móvil le sonó a Alina. Molesta por el ruido, ella quiso ignorarlo y volvió a dormirse, pero ese sonó interminablemente. Finalmente, ella sacó la mano de debajo de las sábanas, cogió el teléfono y contestó a la llamada: —¿Hola? —Estoy en la puerta. La magnética voz de Caleb que llegó desde el otro lado de la línea despertó a Alina al instante
Acto seguido se incorporó de la cama de un salto y preguntó: —¡¿Dónde estás?! —Estoy en la entrada a la Mansión Mulherd. —¿Qué haces aquí? ¡Ya son altas horas de la noche! —la voz de Alina era un poco molesta. Al hombre al otro lado de la línea, sin embargo, no le importó el enfado en su tono y dijo a la ligera: —¿Vas a salir para abrirme la puerta o voy a entrar yo mismo? —¡Estás enfermo! ¡Estás loco! Tres años atrás, Caleb había dejado una impresión extremadamente enfermiza en la mente de Alina y le parecía a ella que Caleb era un tipo que podría hacer cualquier cosa para lograr su objetivo. Temiendo que el hombre realmente rompiera la puerta para irrumpir, Alina se puso el abrigo y abrió la puerta. Nada más salir de la puerta, ella vio a este apoyado en su coche, con un cigarrillo encendido sostenido entre sus dedos largos. La luz amarillenta de los faroles se derramaba suavemente sobre su cuerpo, dando una impresión solitaria. Alina se le acercó y preguntó con indiferencia: —¿Qué haces aquí en medio de la noche? Caleb dejó caer la colilla en el suelo, la apagó con su zapato de cuero y luego le pasó su propio móvil a Alina. Alina no lo cogió, y preguntó con el ceño fruncido: —¿Qué es esto? —Míralo tú misma. —¿Qué te pasa? ¿Qué quieres hacer mostrándome tu estúpido celular? Caleb insistió que ella echara una vista. Finalmente, Alina cogió el teléfono a regañadientes de su mano. En el móvil se mostraba una foto y Alina se quedó congelada en el sitio al verla. ¡La persona en la foto era Andre! —Je. ¿Ese es el hombre con el que has estado los últimos tres años? —Caleb dijo con un tono sarcástico
En la foto, Andre estaba en un club nocturno con algunos hombres, y a su alrededor había varias mujeres semidesnudas, dejándose descubiertos los pechos. La escena se veía muy erótica y lasciva. Alina pudo notar que Caleb la estaba ridiculizando. Ella le devolvió el celular y dijo fríamente: —Aunque lo vil y desagradable que sea Andre, no creo que pueda compararse contigo. Alina creía que lo que Andre hizo no era nada en comparación con lo que Caleb le había hecho hacía tres años. La cara de Caleb se puso sombría ante las palabras de esta. Antes de que él pudiera decir nada, Alina continuó:—Sí que esa foto se ve asquerosa y lujuriosa, pero todos lo hacían por su propia voluntad. Caleb, ¿y tú? ¿Qué hiciste? ¡Solo hiciste maldades a oscuras!¡Él le había sacado sangre a ella en secreto mientras dormía! Hasta hoy, Alina aún recordaba claramente aquellos agujeros horribles que le habían dejado las jeringas. Al pensar en los daños que este hombre le había hecho, a Alina le entraron ganas de matarlo. Caleb, con una expresión fea, no dijo nada, se volvió y sacó una carpeta del coche. Mirando lo que el hombre le entregaba, Alina volvió a fruncir el ceño y preguntó:—¿Qué es esto? Sé qué clase de persona es Andre y no necesito que me lo digas. Caleb puso la carpeta en la mano de Alina, y dijo con voz ronca:—Este es el acuerdo de divorcio entre tú y él. Fírmalo