Tenias que ser tu
Capítulo 13

Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2011045801413 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Iván casi mata a golpes a Francisco, y así es como el barrendero se fue al hospital e Iván a la estación de policía donde lo encerraron para saber si salía bajo fianza o su destino era la cárcel. Paula, fue llevada a un hospital, donde se le encontró una droga en la sangre que la dejó indispuesta por horas; sólo Eugenia fue a verla, ni su padre ni tía se presentaron. Cuando ella abrió los ojos tenía un terrible dolor de cuerpo y cabeza, aún se sentía mareada y no podía hablar ya que las náuseas se hacían presentes. Eugenia, al escuchar el movimiento del cuerpo sobre la cama, se despertó de inmediato para ir a verla y consolarla, diciéndole que se encontraba aquí, con ella. Paula al verla le sonrió pero no dijo nada, no tenía ganas de hablar en absoluto. ―¿Cómo pasó Paula?― Preguntó Eugenia con ternura. Paula esquivó la mirada y simplemente se enfocó en otro lado de la habitación. Se sentía traicionada, estúpida, con vergüenza, ¿qué había hecho para merecer eso?, ¿cómo es que había pasado y ella no se había dado cuenta. ―Paula. ―Sólo pasó Eugenia y ya, mejor dime ¿cómo llegué aquí? ―Te trajeron directo del bar en la ambulancia. Paula se llevó las manos al rostro y luego suspiró para no llorar. Se sentía perdida, cansada, muy cansada, sólo con imaginar todo lo que esto iba a desencadenar quería que la tierra la tragara viva. ―Y, ¿mi papá sabe? ― preguntó. Eugenia negó con la cabeza y sólo le tomó la mano― estamos los que tenemos que estar siempre, Paula. Bueno, menos Iván porque está en la cárcel. ―¡Qué!― Expresó de inmediato―¿por qué? ―Es que. ―Eugenia dudó en decírselo pero sabía que de todas maneras se iba a enterar― casi mata a golpes al chico que… ―¡Tengo que ir!, debo ir a decirles que lo hizo para defenderme, que no fue su culpa― reaccionó Paula mientras trataba de ponerse de pie. ―No, no… espera, tenemos que esperar a que te den de alta, la droga que te pusieron en la bebida fue muy fuerte y aún puede que tengas secuelas. ―No me importa Eugenia, sácame de aquí, no quiero estar aquí― rogó Paula mientras sentía como los ojos se le llenaban de lágrimas― quiero esconderme en la casa, no quiero estar aquí donde todos me ven. Eugenia la abrazó y le dio un beso sobre la frente, no entendía porque a Paula le pasaban tantas cosas, en verdad era una pesadilla no importaba si estuviera afuera en la calle o dentro de su casa era lo mismo. Por eso la consideraba una mujer muy valiente, valiosa y honesta, no la consideraba débil en absoluto, porque sólo ella e Iván sabían que a pesar de toda la mierda que había en su alrededor, Paula se las arreglaba para ser feliz. ―Te pido que le digas al doctor si ya me puedo ir, ya no quiero estar aquí― le pidió. ―Voy a tratar pero no te aseguro nada― habló Eugenia con ternura y luego de besarla salió de la habitación. De nuevo, Paula de la O se encontraba en la boca de todos, y al parecer el rumor fresco había avivado a la gente del puerto, ya que temprano por la mañana muchos comentaron de como Paula de la O lo había hecho de nuevo e Iván pagaba las consecuencias
Era evidente que este rumor llegaría a Minerva de Saramago que, en cuanto lo hizo, sonrió ampliamente sin poderlo evitar y si fuera posible hasta hubiese saltado por toda la casa. Esta noticia caía como anillo al dedo, y esperaba que tan sólo su hijo se enterara dejaría de buscar a esa mujer y se concentraría en otras cosas. Así que, como siempre, esperó a que su hijo bajara a desayunar para contarle sin ningún filtro lo que había pasado “Paula de la O, borracha, haciendo de las suyas en una van”, debería ser el titular si esta fuera noticia en el periódico. ―Buenos días madre― escuchó la voz de Fernando en la puerta. El joven se acercó a ella para darle un beso sobre la mejilla y luego se sentó en la silla que le correspondía. ―¿No vas a saludar a Xavi?― preguntó Minerva mientras su marido leía como siempre el periódico. ―Buenos días― dijo en tono seco mientras se servía jugo de naranja. ―¿Qué harás hoy?― pregunto su madre. ―No sé, ahora si estaba pensando ir con mi tío, creo que se sentirá mas porque no lo he visitado. ―Hmmmm, ok― respondió Minerva sin importarle mucho y esperando a que su hijo le diera pie para decirle lo de Paula de la O. ―Tal vez pase por el almacén de Iván y vaya con él a ver el terreno que me comentó para construir su casa. ―Pues será difícil que lo encuentres― respondió Minerva, feliz por dentro ya que su hijo le había dado lo que deseaba. Fernando la miró confuso ―¿qué quiere decir eso? ―Que Iván están encerrado en la cárcel― hablo Xavi quitándole a Minerva el gusto de decirle a su hijo esa frase. ―Por Paula de la O― se adelantó para que o le quitaran la primicia por la que había estado trabajando tan arduamente. ―¿Por Paula? ― preguntó Fernando cayendo en el juego. ―Así es, Paula de la O, resulta ser que tu amiguita hizo otra de las suyas. ―¿Otra de las suyas?― repitió Fernando la frase pero en pregunta―¿qué significa eso? Minerva terminó de ponerle un poco de azúcar al café y luego comenzó a mover la cuchara de una forma tan lenta que era evidente que estaba disfrutando el momento. ―Paula no es una mujer con una buena reputación en este lugar Fernando, la verdad lamento que te enteres de esta manera, pero esa joven es un desastre, siempre está en problemas, siempre, pregúntale a cualquiera. ―¿Paula?― confirmó Fernando sin poderlo creer. ―Sí, Paula, anda con todos y a la vez con nadie, tiene la misma facha de su madre, al parecer de tal palo tal la astilla. Ayer salió borracha del bar con un hombre, los dos se fueron a una van a tener relaciones pero como siempre el ingenuo de Iván fue a defenderla y lo molió a golpes, ahora está en la cárcel y no se sabe que pasará. Fernando cambio su rostro a uno de sorpresa, no podía creer lo que le decían sobre Paula, si se veía tan inocente, tan decente, incluso hasta tímida y reservada, ¿cómo era posible que hubiese sucedido eso? ―No, no te creo― contestó Fernando. ―Pues ve a la cárcel y compruébalo tu mismo, es más, pregúntale a cualquier persona de este lugar y te dirán lo mismo que yo te he dicho, Paula de la O es una cualquiera y me alegra que te enteres por mí y no por nadie más. Fernando se puso de pie como si algo le hubiese mordido en el asiento, vio a Xavi y a su madre con unos ojos de confusión infinita y a ella con uno seguro de lo que decía
Así que sin pensarlo dos veces, salió del comedor y caminó a la puerta del jardín para atravesarlo y salir de la casa decidido a saber si lo que decían de Paula era verdad. De pronto, se sintió como un idiota, él soñando con ella todas las noches, con sus hermosos labios y esa bella figura que tenía, y Paula posiblemente jugando uno de sus trucos con él. ―Tranquilo Fernando, primero averigua― se dijo a si mismo mientras se subía a la pickup de nuevo para dirigirse a la ciudad. Esta vez no manejó disfrutando el paisaje, si no concentrado en el camino para llegar lo más pronto posible y sacar todas las dudas que su madre había plantado en su mente, unas que le herían por dentro ya que pensó estaba empezando a enamorarse de Paula de la O, o al menos eso era lo que sentía. Antes de ir a ver a Iván, pasó por la calle de la casa de Paula solo para ver si había algún tipo de movimiento pero se encontraba tranquila, sola, sin ni una señal de que algo fuera de lo común hubiese pasado. Después, se dirigió a uno de los tantos estacionamientos que había cerca del centro y dejó el auto ahí para ir caminando hacia donde se encontraba la estación de policía. Sintió la mirada de unos y otros mientras se dirigía hacia allá, y comenzó a sentirse muy incómodo, al grado que la cólera se hizo presente. ―¿Qué ven?― preguntó enojado. ―Nada― dijo un hombre que evidentemente trabajaba en la Central de Abastos ya que se notaba la fuerza de sus brazos― sólo nos estábamos preguntando si ya te cogiste a Paula de la O, o todavía no― pronunció. Entonces Fernando llevado por la furia le lanzó un golpe al rostro que le dolió más a él que al hombre que acababa de insultar a su amiga. ―¡Qué significa eso!, ¡qué!― gritó mientras lanzaba puños que daban en diferentes partes del cuerpo. El hombre comenzó a defenderse y con dos golpes tiró a Fernando sobre el suelo provocando que varios se acercaran a ver la disputa que de nuevo se había ocasionado por esa mujer. No pasó mucho tiempo para que la policía llegara para saber que había sucedido, los levantó a ambos para luego llevárselos al mismo lugar donde Iván esperaba adolorido de los puños a que le dijeran si tenía que pagar fianza o no; se sorprendió al ver a Fernando entrar en la celda contigua. ―¿Qué haces aquí?― preguntó, mientras Fernando ardía de furia y coraje. ―¡Por lo mismo qué tú!, por andar defendiendo a Paula, aunque la verdad no sé haya valido la pena. Iván se paró de un salto y se dirigió a las rejas para jalar el cuerpo de Fernando hacia él ―¿qué escuchaste?, ¿qué te dijeron? ―Me dijeron que Paula no es tan inocente como se ve, y que ayer por andar de…. ― interrumpió para no decir la palabra― que ayer se fue con un hombre para tener relaciones en una camioneta. ―¡Quién te dijo!, ¡¿Tu madre?! ¡Ella te lo dijo!― respondió con furia Iván― porque si fue ella dale un mensaje de mi parte y dile que deje a Paula en paz, ¡que ya no tuvo suficiente!, ¡a mi nadie me quita de la cabeza que ella orquestó todo esto para hacerla quedar mal ante tus ojos! ―¡De qué hablas!― Gritó Fernando. ―De que ya es hora de que abras los ojos Fernando Saramago y veas la porquería de mujer que es tu madre. Ella se ha dedicado a hacerle la vida a Paula imposible en este lugar, inventando rumores sobre ella, con bajezas y cobrando favores, es la persona más despreciable y te juro que si le hubiese pasado algo a Paula ayer la hubiese matado. ―¿Qué dices?― preguntó Fernando sorprendio. ―Lo que escuchas, tu madre es la culpable de cada rumor y situación que ha pasado con Paula en este lugar y te juro Fernando, te juro, que no me importa que seas mi amigo, si compruebo que tu madre estuvo detrás de lo que pasó ayer con Paula, se las verá conmigo y no me importa si voy a la cárcel― le amenazó, dejando a Fernando sin nada que decir