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Tenias que ser tu

Capítulo 69

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Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2011045801413 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Instagram:@theanamartinezexperience La muerte de Natalia había destapado tanto que aún para Fernando y para Paula era imposible creerlo. Un secreto que por años había sido enterrado, se había descubierto en cuestión de días quitándole la vida a dos personas que habían sido víctimas de Minerva de Saramago y de ahora Francisca Mier, sin contar todas las que habían arruinado, incluyendo la de Paula de la O. Así, mientras el cuerpo De Santiago de la O yacía sobre el piso cubierto con una manta y los paramédicos se llevaban a Francisca Mier inconsciente en una camilla, Paula no deja de llorar desconsoladamente por lo que había pasado. Sentía tantas cosas que no podía distinguirlas ni controlarlas. Tenía un gran alivio por haber descubierto la verdad y un gran pesar al ver que su padre había muerto y que no le había dado tiempo de despedirse de él. Sí, era verdad, Santiago de la O no había tenido la mejor reputación en estos últimos años. Él se había dejado llevar por la tristeza lo que le había sumergido en un abrimos de drogas y alcohol. Había descuidado a su hija al grado de que él creía los rumores que decían y le había negado el cariño y apoyo pero, Paula, sabía que por dentro era un hombre cariñoso y bueno y, que alguna vez en su vida, fue el mejor padre de todos. ― Lo siento mucho Paula― le habló por fin Aitor después de que la policía se llevara las evidencias y tomara declaración de los presentes ― no se merecía este final. ― Al menos se fue sabiendo la verdad, creo que tomaré eso como consuelo ― le contestó. Paula se limpió las lágrimas ― ¿Cómo descubriste que mi tía era la amante? Aitor suspiró ― Natalia, al parecer tenía grabada una conversación entre Iñaki y Francisca, donde ella le confesaba que ella era la verdadera amante de Fernando Saramago. ― ¿Iñaki lo supo todo este tiempo?― preguntó Fernando sin poderlo creer. ― No, la fecha de la grabación era de dos días antes de su muerte, supongo que la obtuvo para chantajear en caso de que algo pasara, tal vez ella por alguna razón temía por su vida, nunca lo sabremos. Fernando negó con la cabeza ― Natalia pensó que podía ganar el juego y salió perdiendo. ― Al parecer si pero, al menos no murió en vano. Ahora saben la verdad y eso es lo que importa. Si ustedes me permiten, indagaré un poco más como es que Fausto cortó los frenos del auto de tu padre y todo lo demás que ha quedado aún en el aire. Paula abrazó a Aitor ― muchas gracias. ― De nada. Jamás pensé que me tocaría un caso así

Ahora, si me disculpan, tengo que ir a pasar el reporte sobre Natalia para enviarlo a Barcelona, sus padres lo están esperando, ellos también necesiten cerrar el caso. ― Claro que sí― comentó Fernando y lo abrazó ― gracias por creer en nosotros. ― En mi trabajo no se cree en nadie pero, ustedes me daban un buen presentimiento― confesó para luego retirarse de ahí. Iván se acercó a ellos y Fernando lo miró ― ¿me perdonas? ― preguntó. ― ¿Por haberme acusado de matar a tu mujer?, o, ¿por robarte a la mía? ― preguntó en un tono un poco frío. Luego vio a Paula ― me tengo que retirar, debo ver algunas cosas, ¿vas a estar bien? ― Estaré bien ― respondió Paula y lo abrazó ― gracias Iván. Él le dio un beso sobre la coronilla y acarició su cabello ― de nada. Iván salió de la habitación y solo se quedaron Fernando y ella solos en el lugar. Él la tomó de la mano y sus miradas se cruzaron. Sí, este era el momento de declare su amor, de gritar a los cuatro vientos que todo estaba arreglado pero, sabían, que había algunas cosas por arreglar. ― Iré a preparar todo para el velorio de tu padre. ― Fernando… ― Se merece tener un velorio digno y sobre todo que todo el puerto sepa la verdad sobre lo que pasó hace años. No puede continuar esto así. Paula negó― no me importa si los del puerto siguen hablando mal de mí, lo único que importa es que ya sé la verdad… toda la verdad y que siempre tuve razón, los rumores sobre mi familia eran equivocados y ella solo quería ayudar. Fernando la besó en la mejilla ― te amo Paula de la O, y espero que después de que pase esto, podamos hablar. Ahora me voy, supongo que nos vemos al rato. ― Nos vemos… ― se despidió ella, para luego ver a Fernando salir por la puerta. […] Era evidente que la noticia se dispersó por todo el puerto tan rápido como la pólvora y, en cuanto Francisca Mier, salió de la casa, la mitad de sus pobladores ya estaba en el lugar. Sin embargo, la noticia aún no había llegado a oídos de Iñaki, quien esperaba impaciente entre las paredes de esa enorme casa que, a pesar de haberle dado todas sus comodidades, era una prisión. Así, cuando Fernando llegó, le dio la noticia a Hortensia que de que todo estaba aclarado, de la verdadera versión de los hechos y de cómo se habían suscitado

La pobre mujer rompió a llorar más de alivio que de tristeza y luego le prometió a Fernando que ella organizaría todo para el funeral De Santiago de la O. Después, subió las escaleras para ir hacia su habitación pero, antes de entrar, tocó la puerta de la habitación de Iñaki que le abrió cuando quiso y como pudo. ― ¿Qué quieres? ― le dijo Iñaki bebido. Fernando sonrió ― no te has enterado. ― ¿De qué? ― De Francisca Mier… se fue al hospital muy grave. Santiago de la O le disparó cuando se enteró de que ella era la amante de mi padre y no Claudia Mier, su mujer. Iñaki abrió los ojos de inmediato, proyectando su sorpresa ― ¿qué es lo que dices? ― Lo que escuchaste pero tú y yo sabemos que eso ya lo sabías, ¿no?, que Francisca te acababa de confesar que ella fue amante de mi padre, y tú aún así… te ibas a escapar con ella. Ibas a hacerle a mi madre lo mismo ― Fernando lo tomó con furia del cuello de la camisa y lo azotó contra la pared del pasillo ― nos mentiste sobre Natalia y le mentiste a mi madre sobre Paula de la O, ahora ella está en la cárcel. ― Tu madre es una asesina y se merecía estar en la cárcel desde hace años― responde. ― Sí, se lo merecía, pero tú, no te quedas atrás… mentiste en una prueba importante para un caso como el de Natalia y eso, querido Iñaki, se paga con la cárcel. Además, tenemos la prueba de que robaste joyas de la casa para venderlas y obtener dinero para chantajes, así como el plan que tenías para irte con Francisca lejos de aquí, ¿cierto? ― ¿Ya terminaste? ― preguntó. Fernando negó con la cabeza ― Te voy a dar algo que me vas a agradecer toda la vida Iñaki, que es la oportunidad de largarte de mi vida para siempre. Porque, si no lo haces, te denunciaré a la policía y acabarás pudiéndote en la cárcel y nadie, absolutamente nadie, moverá un dedo por ti. Con esa rabia que tenía por dentro, lo aventó hacia el pasillo y obligó a que caminara escaleras abajo ― Espera, pero mi ropa. ― Nada de es tuyo, todo fue comprado con el dinero de mi madre, porque eres un mantenido. Así que, te irás con lo que traes puesto, con el dinero de tus bolsillos y nada más. ― ¡No me puedes hacer esto!, ¡yo soy el esposo de Minerva de Saramago!― Ese nombre ya no tiene importancia para mí, así como no lo tenía para ti cuando te revolcabas en las sábanas de Francisca Mier ¡Hortensia!― gritó con fuerza ― ¡Hortensia! ― Dígame Joven― respondió ella subiendo las escaleras. ― Dile a tu marido y a alguien más que me ayude a sacar la basura de la casa y les aviso de una vez por todas, Iñaki ya no es bienvenido― sentenció mientras no le quitaba la vista de encima