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El Socio de mi padre

Capítulo 21

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Axel Vega Lazcano León, Guanajuato, México La fiesta por el aniversario del despacho, se prolongó hasta bien entrada la madrugada. Yo estaba que ya me quería ir, pero esta vez era Cecilia, mi esposa quien se estaba dando vuelo bailando y brincando con Bin Laden, todas las canciones que ponían. Parecía que traía cuerda, era de las pocas veces que la había visto tan alegre, pues cuando yo decía hasta aquí, nos íbamos. Amaia, por su parte, estaba tomando sin medida con Luis Miguel y no quería ni pensar que, saliendo de ahí, se le fuera a ocurrir a él llevársela a otro lado. Eso sí que no lo iba a permitir yo. Ale era otra que estaba muy entonada y se acercó con unas copas de vino, para sentarse junto a mí, esta noche había sido un total desastre. –Axel, guapo. No hemos brindado nosotros dos – Me dijo Ale en tono sugerente – Tal vez deberíamos de hacerlo en privado, en tu oficina o en la mía. Aprovechemos que Cecy, se divierte con Bin Laden. Yo guardé silencio y no dije nada, Amaia había escuchado todo y a cómo la vi mirarme, supe que estaba sufriendo y no iba por ningún motivo a hacerle daño, así que paré los avances de Ale, no tenía idea de lo que me estaba pidiendo, además ella no me gustaba como para ir más lejos. –Ale, bien podemos brindar aquí – La detuve – No he venido solo, por si lo has olvidado. Pequé con abrir la boca, pues Amaia era muy dada a sacar conclusiones y poner palabras en mi boca que no decía. –O sea que de haber venido solo, Ale y tú tendrían ahora un brindis privado y lleno de cosas no aptas para menores – Dijo Amaia visiblemente resentida – Bien por ustedes y porque si tuvieran la oportunidad, engañarían ambos a sus cónyuges, ¿no les da vergüenza descararse delante de la gente? Bueno, yo ya estaba engañando a la mía, pero Amaia lo sentía cómo una agresión, cómo si yo me hubiera puesto de acuerdo con Ale, para hacerla pasar un mal rato, yo no había sabido de las intenciones de Ale. –Amaia cariño, ya has tomado mucho esta noche – Me acerqué a ella y le quité la bebida – Ya no vas a tomar ni una gota más de alcohol, en cuanto te levantes de esa silla te irás directo al piso. Me miró como si quisiera arrancarme la cabeza. Yo siempre había tenido la confianza para hablarle de ese modo, pues llevábamos años de conocernos, yo la cuidaba siempre, estando o no estando su padre, por lo que se me hizo fácil llamarle la atención

Como lo hubiera hecho en cualquier otra ocasión. Pero definitivamente esta vez las cosas eran distintas. –Y ¿Tú quién rayos te sientes para impedírmelo Axel? No eres mi padre y quién si lo es, no me ha puesto ningún límite para que siga bebiendo – Amaia me desafió – Así que no tienes autoridad, de decirme nada. Estaba lo que le seguía de enojada, pues sus celos la estaban dominando y eso no me gustaba para nada, mejor trataría de que las cosas se enfriaran, ya nos iríamos para que ya no siguiera con su enojo. –Esto ya llegó al colmo. Iré a decirle a Cecilia, que ya nos vamos – Les anuncié – Ale y Amaia, empiecen a despedirse de los pocos invitados que quedan. Nos iremos en este momento, no le veo el caso el estar discutiendo. No estaba para aguantar sus berrinches, no soportaba que se comportara como una niña malcriada. Delante de todos teníamos que guardar la compostura, pero ella me retaba a cada momento. –Axel, estás insoportable – Ale me miró con enfado – Pero está bien, con tal de que te vayas a tu casa para que Cecy, te aplaque ese mal humor que tienes. Amaia me miraba con los ojos cristalizados, esta situación yo no se la podría desear a nadie. Era más difícil de lo que pensaba. El contener mis sentimientos, el que Amaia contuviera los suyos, por ahora solo quería llevarlas a ella y a Ale a la casa para que Amaia estuviera a salvo y más que eso, para que Luis Miguel no se atreviera a propasarse con ella en el estado en el que estaba. –Veo que ya te quieres ir a casa – Cecy volvió a la mesa – Vi que te pusiste de pie y está bien, ya vámonos. Bien que me conocía, esa era mi señal de que ya no aguantaba estar en un sitio y esto ya no lo soportaba y mejor ya irme a mi casa, Amaia estaba muy enojada y no me gustaría que me armara una escena de celos delante de Cecy. –Ven, vamos a despedirnos de todos – Respondí

Nos fuimos a despedir mi esposa, Ale y yo de todos los invitados, por lo que nos demoramos más de la cuenta, pues algunos nos pedían que nos quedáramos un poco más y otros nos hicieron conversación y al volver a la mesa, sentí que el corazón me daba un vuelco al ver que Amaia y Luis Miguel, no estaban ya ahí sentados como deberían ¿A dónde se habían ido esos dos? Estaba que me llevaba el mismo lucifer en ese momento y Ale que era muy inteligente lo notó en segundos. –Axel, no la busques más – Me dijo Ale – Amaia ya debe ir fajando con Luis Miguel de camino a la casa o a un hotel, no lo sé. Esa idea me llenaba el hígado de piedras, habíamos quedado en algo y ella no me podía hacer esto, no se podía ir a entregar a otro hombre. –Sí, Axel, deja en paz a Amaia. Eres nefasto – Mi esposa se puso del lado de Ale – Ella es joven y tiene derecho a que la hagan ver estrellas. –No en el estado en el que está – Respondí enojadísimo – Ustedes dos, no se dan cuenta de que le puede pasar algo y les vale. Amaia estaba muy tomada y no quiero que ese Luis Miguel se aproveche de ella. Nos subimos mi esposa, Ale y yo al auto y efectivamente dando la vuelta a todo el estacionamiento. Ya no vi el auto de Luis Miguel, eso me estaba sacando de quicio y luchaba contra mi mismo en busca de un autocontrol que no podía tener en ese momento. Estaba por demás desesperado y al salir a una Avenida, empecé a conducir muy rápido. –Axel, ya por favor – Exclamó Ale – Deja de conducir como un loco y deja de preocuparte con Amaia, ella estará bien con Luis Miguel. Han sido amigos desde el jardín de niños. A lo mejor tú estás haciendo todo este relajo y ella ya debe estar dormida en la casa, no sabemos. Bueno, pedía y rogaba que así fuera, no le permitiría que se haya ido con ese tal Luis Miguel a un hotel, me estaban matando los celos