No más palabras
Capítulo 70

Doy la vuelta de forma coqueta y río cuando se estira tomando mis caderas y pegando mi espalda a su pecho, mi trasero a su entrepierna. Su nariz acaricia mi cuello y deja ligeros besos en mis hombros. »Estuve escribiendo. — ¿De? —No de sexo—ríe—, bueno, si tuvo un poco de sexo, pero fue una conversación acerca de por qué Paolo comenzó a sentir atracción por Elizabeth. —Puedes darme ese spoiler. Me tambaleo cuando arrastra su espalda por la pared hasta sentarse en el suelo, lo cual me lleva a terminar sentada entre sus piernas mientras sus rodillas se encuentran flexionadas a mi lado y distraídamente sus dedos acarician mi abdomen. Te diré un secreto, no importa cuán delgadas o firmes estés, no hay manera en la que al sentarse tu estomago no haga cosas en tu contra para lucir no tan genial como cuando estás de pie. Lo sufrimos todos, sin embargo no enloquezco porque Paul ahora acaricie esa área. —Pensé que habías dicho que no te iban los spoilers. —Algunos spoilers a veces resultan muy buenos—eso lo hace reír y apoyo mis manos en sus rodillas volteando un poco mi rostro—, dime. — ¿Quieres que te arruine el libro con adelantos o que simplemente te diga mi experiencia sobre cómo no me pareciste luego tan loca intolerante? — ¿Loca intolerante? —Pellizco no muy fuerte su rodilla—. Tienes razón, cuando lea por primera vez el libro necesito no haber obtenido tantos adelantos, así que cuéntame tu experiencia. —Tus primeros correos me molestaron, mucho, creo que fue la primera vez en mucho tiempo que escribí sin darle una segunda leída a lo que enviaba para luego no retractarme de lo que hacía—hace una pausa—. Alex fue el primero en decirme algo que estaba ignorando. — ¿Qué cosa? —Que tus correos me despertaban, encendían lo que según él era una pasión nata para responderte sin pensar, razonar o maquinar lo que se esperara resultara correcto. Me hacías solo dejarme llevar y no tratar de controlar los resultados. —Tan sabio Alex. —Luego Eddy hizo algún comentario ácido sobre que gracias al cielo nunca tenía nada que decir sobre Nicole, pero que era interesante que siempre tuviera algo que decir de ti. Me mortificó un poco saber que de hecho te estaba dando demasiada atención en mi vida y que de hecho. Bueno, eso puede resultar un poco incómodo decir. — ¿Qué? —Busqué imágenes de ti en Google—toma un profundo respiro—, y fui a tu twitter. — ¿E instagram? —Sonrío. —E instagram. Río porque es lo mismo que hice, aunque Paul muy pocas veces publica algo, lo cual no era el caso de Nicole, a quien acosé con mi espionaje secreto durante mucho tiempo. »Pero no te vi en tu programa desde la primera vez que te rechacé, al menos no hasta que te dije hace no tanto tiempo en un correo que había caído en la tentación de verlo. Supongo que eras alguien que rompía mi rutina, me hacía sentir y solo seguir mi instinto. — ¿Tiempo pasado? —Tiempo presente también. Me atrapó tu ingenio, locura y peculiaridad para responder mis correos, para devolverme la pelota cada vez que te la arrojé. — ¿Y cuando finalmente nos conocimos? —Entonces me había convencido que en persona seguro era cosa del maquillaje que te hacía tan atractiva en fotos y televisión. — ¡Oye! —Lo cual se desmintió cuando te vi, tu caso no es como el caso de Garrett por el que Eddy se queja. En televisión y fotos pareces inalcanzable, bella y perfecta
Pero en personas eres preciosa, humana y difícilmente no llamas la atención. Así que estuve brevemente molesto de tener reacciones físicas hacia ti y sorprendido de igual manera. »Me encantó la mujer decidida que me recibió y respondió, y me pareció increíble que en persona cuando hablaste, definitivamente no había manera de negar que los correos te pertenecían. Sabía que estaba empezando otra historia en mi vida. Llevo mi mano hacia atrás atrapando su cuello y obligándolo a inclinarse para un beso suave y corto. Luego río. —Sin embargo nunca obtuve mi entrevista. —No eres tú. Soy yo—ruedo mis ojos. Ríe. —No, o bueno, quizá. No me gusta hablar sobre mi vida, sentimientos y demás en público, mucho menos en programas en vivos. Me gusta ser el escritor detrás de una historia, no ser la historia para contar. Sin embargo puedo intuir que hay más de lo que dice, pero no lo presiono para que diga más, trato de convencerme que efectivamente el problema no es mi programa, sin embargo no estoy tan segura. Acaricio su muñeca, sus dedos y luego el dorso de ellas. Ubico sus manos frente a mis ojos entendiendo que esas son las manos que crean magia con palabras, y bueno, también magia en mi cuerpo. — ¿Qué te pasó aquí? Señalo una diminuta cicatriz de al menos 4 centímetros en el dorso de su mano, se tensa y pienso que no va a responderme, pero en última instancia habla. —Un lápiz. — ¿Cómo así? —Te dije, no era precisamente querido en la escuela, fue mi camino al infierno—estira la mano frente a sí mismo observándola—. Querían saber cómo sangraban los niños obesos. — ¿Qué demonios? —me incorporo un poco y me volteo del todo para enfrentarlo, se encoge de hombros. —Si lo analizas eran chicos inteligentes para crear estrategias de emboscada. Fui atrapado, mi mano expuesta en un pupitre y luego un lápiz atravesó mi piel. — ¿Quién mierda criaba a esas bestias? ¿Cuántos años tenías? —14 si mal no recuerdo, obtuve cuatro puntos y el descubrir que estaba aprendiendo a mentir, porque no me fue difícil inventar alguna excusa a mis padres o amigos. »Ed estaba frenético de querer hacer daño, sabía que podrían expulsarlo, así que solo callé. —Oh, Dios mío, Paul, que imbéciles fueron todos. Estoy seguro que ahora ven todo tu éxito, lo caliente que eres, la maravilla que haces y la buena persona que eres y se arrastran en su miseria. —No debes desear el mal—se ríe. —Pero estoy muy molesta y se me permite desear el mal en tu honor—tomo su mano y dejo un beso en la marca pálida— ¿Y la de debajo de tu oreja? Noté esa. —Esa fue un accidente— se encoge de hombro viendo detrás de mí—, ni siquiera pensé que lo notarías. —Soy una mujer avariciosa de tu cuerpo, cada vez que puedo noto cualquier cosa en el
— ¿Qué pensaste honestamente cuando nos vimos por primera vez, Elisabeth? —Bueno, en primer lugar que definitivamente lucías como un modelo de ropa interior, luego que tu voz era una cosa caliente incitadora de lujuria y cuando te fuiste—río—, pensé y dije ¡Qué culo! Lo sé, nada profundo y poético, pero me tomaste por sorpresa y solo pude reaccionar de esa forma. —Y yo penosamente creyendo que estaba obteniendo tu atención ante la intimidación y que de hecho estabas fastidiada de lo que te decía. —Cuán equivocado estabas, Paul. — ¿Y ahora? Sonrío mientras me acerco y me siento horcajadas sobre sus piernas flexionadas, teniendo falda mis bragas tiene un cálido saludo con la cremallera tensa de su pantalón, acaricio con mi pulgar su labio inferior. —Ahora sigo pensando que luces como un modelo de ropa interior, que tu voz incita a la lujuria y me digo ¡Qué culo! —ríe—Pero, también sé que todas esas cualidades físicas no son lo único que me atrapan, de alguna manera ese es un delicioso envoltorio para el buen y cautivador hombre que se encuentra en ti. — ¿Cómo es que consigo que digas algo dulce pero lo pierdo porque descaradamente estás presionándote contra mí? —No todo puede ser miel y azúcar, lo dulce también puede tener un toque picante—susurro antes de bajar mi rostro y lamer su labio inferior. Nos besamos una vez más, a este punto oficialmente puedo admitir que somos algo adictivo a los besos de todo tipo, y este es apasionado. Sin pensarlo me remuevo sobre él porque hay un lugar en mí clamando por más de él. Su respuesta es apretar una de sus manos en mi cadera mientras la otra se escabulle debajo de mi camisa llegando sin detención alguna hasta la copa de mi sujetador donde masajea mi pecho por sobre la tela. Nos besamos con pasión, sin detenernos, sabiendo de algún modo que es difícil detenernos en este punto cuando estamos una vez más frotándonos y tocándonos. No imaginé que tendría tanta química sexual con Paul, es asombrosa la manera en la que un simple toque parece conllevar a más. Su mano baja la copa de mi sujetador acariciando la cima ya fruncida y trasladando sus besos hacia mi cuello. Trabajo en el botón y cremallera de su pantalón y posterior a ello bajo su bóxer y soy tan descarada que bajo la vista para observar el tesoro descubierto. Sonrío, eso no decepciona ni un poco. Sin el permiso de Dexter, me parece que voy a darle una bendición a la pared trasera de su casa. Perdóname amigo. La mano de Paul que se encontraba en mi cadera hace su viaje debajo de mis bragas encendiendo todo mucho más, yo lo acaricio y nos besamos. Nos besamos y nos tocamos sin control alguno hasta que hace mis bragas a un lado me alzo sobre él y sin dificulta alguna se desliza en mi interior. Estoy segura de que digo muchas incoherencias mientras subo y bajo sobre él, su mano pellizca mi pezón la otra estimula entre mis piernas y yo estoy en un viaje directo a alcanzar mi orgasmo. Una parte de mí se plantea el si realmente somos exhibicionistas porque en cualquier momento alguien podría aparecer buscándonos o por simple casualidad. Sin embargo, eso no me impide de moverme sobre él cada vez con más ímpetu y desespero. Su cuerpo se tensa y comienza a estremecerse justo cuando su pulgar hace lo necesario entre mis piernas para hacerme caer detrás de él en un muy buen orgasmo. Porque sí, a veces los hombres también pueden correrse segundos o minutos antes y no es algo malo cuando de igual manera obtienes tu orgasmo. Ahora si es un pusilánime corriéndose minutos antes y dejándote encendida sin liberación, deséchalo, de nada sirve una tostadora que deja los panes sin tostar ¿Dónde está la ciencia?Presiono mi frente de la de Paul y río en medio de jadeos. Sexo con la ropa puesta, ninguna pieza de ropa fue sacada y en el caso hipotético de haber sido encontrados mi falda solo hubiese dado la alusión de estar sentada en su regazo, excepto por los movimientos, eso iba a ser difícil de desviar de su explicación real. —Te sientes como fuegos artificiales explotando a mi alrededor—susurra con la voz aun enronquecida más de lo normal. —Puedo acostumbrarme a esto. — ¿A qué?—A recibir una línea memorable después de los orgasmos, nadie me dijo que salir con un escritor me garantizaría frases memorables para cada momento. —Acostúmbrate. —Con gusto, escritor