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Sí Señor (Porque Yo lo digo 2)

Capítulo 131

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— Lee, por favor llévame al hotel, tengo que hablar con Nicholas, ahora — Yo voy con ustedes — No Wes, quiero que te quedes aquí y te calmes, yo me encargo de esa perra desquiciada, me harté de pretender que no existe, se metió con mis amigos y no voy a tolerar uno más de sus intentos por llamar la atención Sin palabras Lee, solo asintió a la petición de su amiga retrocediendo hacia su habitación tomando sus cosas y un abrigo. Regresó a la sala listo para salir Danielle, seguía sentada junto a Wes, con las manos tomadas, no quería tener que dejarlo solo en un momento como este pero era necesario así que le ofreció su mano para ayudarla a levantarse y esta la aceptó, la cubrió con las mantas y se fueron de regreso a la casa. Danielle, necesitaba vestirse antes de salir así que la acompañó a su habitación donde la dejó prepararse en el vestidor. — Sé qué no debería salir de la casa así pero tengo que hacerlo, no voy a permitir que se acerque a Robbie —explicó Danielle, regresando a la habitación desde el vestidor aún sin cambiarse — Lo sé, hay que detenerla y ayudar a Theo, como sea, no puedo quitarme la expresión en el rostro de Wes, cuando el abogado nos llamó —suspiró pensando en su amigo — Ahora solo podemos hacer lo que nos pide Theo, él, jamás se dejaría intimidar ni acceder a nada que no le parezca así que espero que esa infeliz no esté exigiéndole hacer nada — Por supuesto, es un tipo listo y no caerá en su juego —afirma Lee, con confianza — Aun así haré todo lo que esté a mi alcance para corregir esta injusticia — No lo dudo Dani, pero recuerda que estás embarazada y no debes arriesgar tu salud, estoy seguro que Theo y Wes, lo entienden perfectamente — Lo sé Lee, lo prometo y tienes que saber que no quiero que salgas de la casa tampoco, sé que tomas tus propias decisiones pero no podría soportar que te hiciera algo también a ti o a Aaron, ustedes son como mis hermanos y me muero si se meten con ustedes también — Ya no te pongas llorona y acaba de prepararte, la señora del hotel no puede aparecer así como si acabara de salir de la cama —bromea intentando animarla — No tardo — Tarda un poco, así te calmas — Lamento haberme alterado, sé que solo estabas siendo un buen amigo para Wes, pero no me oculten las cosas, yo también puedo cuidarlos — Ya no te angusties Dani, vamos a arreglar esta situación, lo prometo, ve y prepárate Sin poder evitarlo Lee, sucumbió ante sus ojos tristes y acabó abrazándola, sabía que de hacerlo se echaría a llorar. Y así sucedió. Tardaron un rato en que se calmara y otro más en que se compusiera para poder salir, así que cuando consiguieron llegar ya era mediodía. En el hotel no fue necesario presentarse ya que todo el personal estaba al tanto de quien era ella y fue tratada con extrema cortesía, lo que no pasó desapercibido por Lee, quien se imaginaba a Nicholas, dando órdenes de cómo tratar a su reina cuando pusiera un pie dentro. — Vamos con el gran jefe y recuerda respirar, controla tus emociones mamá oso — Ya estoy calmada, pero tengo unas ganas de sacarle los ojos a esa perra desquiciada — Yo podría ser tu cómplice en eso Robándole una pequeña sonrisa Lee, se dio por satisfecho y de una vez la empujó hacia el ascensor para subir al despacho del señor Allen. — Buenos días Carly, hemos venido a ver al señor Allen Anunció Lee, a la secretaria de Nicholas, quien al verlos esbozó una radiante sonrisa, adoraba a Danielle, le encantó trabajar con ella organizando su boda y esperaba poder colaborar más en el futuro — ¡Señora Allen! Que agrado verla y a usted también doctor Douglas — Por favor Carly, puedes llamarme Lee — De acuerdo, de seguro están aquí para ver al señor Allen, él, en estos momentos se encuentra reunido con la señora Ronson, pero deben estar por acabar con la reunión — ¿Qué tipo de reunión es esa? ¿Negocios, informal, social? — Bueno la señora llamó esta mañana así que imagino que se trata de algo informal — Bien, en ese caso Carly, por favor ofrécele un café a Lee, yo iré a saludar a mi esposo Carly, supo reconocer el repentino enojo en ella y solo asintió apartándose de su escritorio para llevar a Lee, a la zona de descanso

En cuanto a Danielle, tomó una buena bocanada de aire y se dirigió a las puertas del despacho lista para poner a alguien en su lugar. Haciendo lo que Nic, había pedido que hiciera varias veces antes, entró sin la necesidad de avisar primero, ni siquiera por su secretaria. Y allí estaba él, de pie tan atractivo con ese ceño fruncido como la primera vez que lo vio de frente a una elegante y refinada mujer, no tan atractiva salvo por sus millones que de lejos se notaban. Con descaro se atrevía a posar su mano con una horrenda manicura y ostentosos anillos en el pecho de Nic, mientras que la otra mano quitaba una “pelusa” imaginaria, como si Nicholas, se atreviera a salir de casa con un solo pelo sobre sus inmaculados trajes hechos a medida. La descarada claramente estaba iniciando su juego de seducción sobre el joven y atractivo dueño del Garden, susurrando halagos y agitando sus pestañas postizas, hasta que Danielle, la interrumpió — ¿Quién es esta mujer? — Danielle Suspiró Nicholas, casi aliviado de verla entrar por la puerta. Pero el ceño fruncido en su rostro lo alertó, estaba molesta. — Señora, le voy a pedir que quite sus manos de Nicholas, en este mismo instante y que retroceda 3 metros, ahora —demandó Danielle, fulminándola con la mirada — Pero. ¿quién te crees para hablarme así? —lanzó junto con una mirada que la escaneó de pies a cabeza. No aprobaba su vestido—

¿Dónde te vestiste, en H&M? — Señora Ronson —le advirtió Nicholas — ¿Quién es esta niña? — A ver, usted es la “visita” aquí por lo tanto no le corresponde hacer las preguntas y ya saca esa horrenda y costosa manicura de mí esposo —acabó exigiendo sin paciencia — ¿Qué? ¿Tú eres la esposa de Nicholas? —soltó con una arrogante mueca — “Señor Allen” querrá decir, SEÑORA — ¿Tan insignificante? —suelta hacia Nicholas, a la espera de una explicación — No te permito ese tipo de comentarios acerca de mi esposa —espetó Nic, con esa mirada llameante que indicaba que estaba a un segundo de perder la paciencia — Bueno, bueno ya acabaste aquí, toma tu bolso de piel de cocodrilo y lo que tengas para decir envíalo por mail. Adiós —intervino Danielle — No me lo creo, cuanta vulgaridad en una sola persona — Buen día señora provocadora —la despachó con una sarcástica sonrisa Y si no le quedó claro Danielle, personalmente le abrió la puerta y aguardó con impaciencia a que se largara. La mujer siguió su berrinche de sonidos que indicaban su pataleta hasta que dejó el despacho. — Danielle ¿qué haces aquí? Y sin poder contenerse un solo segundo más Danielle, borrón su expresión de disgusto y en su lugar se partió de risa, soltó una carcajada tan contagiosa que incluso el estupefacto Nicholas, soltó una breve risa antes de componerse y acercarse a ella — No quiero que esas viejas estiradas se crean con el derecho de tocarte, manda a uno de tus subordinados apuestos y pídeles que les coqueteen un poquito pero tú vas a pagar cada vez que le permitas a una de esas invadir tu metro cuadrado ¿me escuchaste bien cariñito? — Me encanta como se te ve ese vestido de H&M —se burló conteniendo una sonrisa — Es un Theo Alexander bebé —le guiña divertida mientras le rodea el cuello — Estás hermosa con lo que uses —asegura besándola con adoración — Que dulce, pero lo digo en serio, si quieres un escándalo te hago el más grande solo si así consigo que marques el límite con esos vampiros. , no, chupacabras en busca de tu sangre — Me encantas celosa — A mí no, sabes que me enojo y después no podemos tener sexo — Eres “ruidosa” Leo, tiene razón Se queja en broma mientras se aferra a su trasero con ambas manos masajeándola con confianza. — Ya basta con eso y con esas arrastradas, he venido por una razón — ¿Tienes hambre? Es mi deber asegurarme que comas saludable — Es tu deber comportarte porque las hormonas me están convirtiendo en alguien agresiva así que si no quieres ganarte una bofetada más te vale controlar a las perras, te lo estoy advirtiendo — No estoy interesado en absolutamente nadie que no seas tú y nuestras bebés — Cuidado donde pones tus manos —le advierte — La Danielle, celosa me calienta— Estoy con la ira bien caliente así que ni lo intentes niño ricoDivertido la apretó con fuerza para acercarla a sus labios y poder besarla como es debido, y ella se lo permitió, necesitaba calmarse para la siguiente conversación. — ¿Con quién has venido, no manejaste verdad?— Lee, me trajo, tenemos que hablar y es muy serio— ¿Qué está pasando? Suenas muy molesta Dani —preocupado tomó su rostro en busca de alguna pista — Creo que “molesta” no es la palabra correcta para describir cómo me siento en estos momentos— Dani, me estás preocupando, dime qué está pasando ahora — Primero dame espacio, apártate un poco Desconcertado la soltó pero no se apartó, en cambio la observó hacerlo a ella, quitarse el abrigo sosteniéndole la mirada de un modo tan duro que el escalofrío que le provocó lo congeló