Sí Señor (Porque Yo lo digo 2)
Capítulo 8

Hace 921 días, es decir: 2 años, 6 meses y 5 días Danielle, tomó la decisión de aceptar el trabajo que Wes, le ofrecía y marcharse a Malibú, con su amigo, esperaba comenzar de cero lejos de los problemas, pero pese a sus esfuerzos por dejar todo atrás no fue el drama lo que la llevó al borde del colapso. Fue la tragedia. La pérdida. La soledad… Un nuevo hogar, otra rutina, rostros nuevos, un cambio de aire, un nuevo trabajo. Un nuevo comienzo. Por supuesto que teniendo a la persona más importante en su vida junto a ella Su tía Jazmin Lo único de su familia que vale la pena. La única que se preocupa por ella y solo quiere que sea feliz, la única que quiere y tiene. Deseando que fuese su madre con cada fibra de su cuerpo se rehusaba a alejarse de ella, así que se la llevó a Malibú, cada día agradecía por haber sido encontrada por su tía, si ella no la hubiese encontrado las cosas serían muy diferentes. Su amor incondicional lo era todo para Danielle. Lo mismo para Jazmín, ver sufrir a su adorada sobrina día a día le partía el corazón, sabía que necesitaba el cambio, así que no dudó en trasladarse a la maravillosa propiedad de Wes, en las playas de Malibú, para asegurarse personalmente que Danielle, llevaba con calma la separación de Nicholas. Un corazón roto te puede conducir a hacer muchas cosas que en tu sano juicio jamás harías. Y es su deber guiar a su adorada Danielle, y brindarle todo el apoyo y cariño que pudiese. De día Danielle, era la mujer inteligente y pro activa que disfruta de su trabajo, con iniciativa y una gran amiga. Pero en la oscuridad de su habitación en las solitarias noches extrañaba a Nicholas, y se cuestionaba todas sus decisiones. Siempre acababa llorando en silencio hasta quedarse dormida. Así transcurrieron varios meses en los que se negaba a contagiar a Jazmín o a Wes, con su tristeza y melancolía. Se había vuelto buena fingiendo sonrisas. Cuando el trabajo en la empresa del padre de Wes, acabó su amigo la sorprendió invitando a Aaron, Leo y Mika, para que disfrutaran de la playa privada y las distintas actividades que podía proporcionarles la casa
Su único deseo era hacer que su amiga dejara de fingir y se decidiera a compartir su dolor, sus penas, lo que fuera, todo sería bien recibido nadie la iba a criticar, lo que todos deseaban era apoyarla después de todo es el trabajo de los amigos, poner el hombro y no criticar. La familia primero. Y ser un amigo significa ser miembro de la familia. Fue difícil, le costó pero lo consiguió y finalmente había dejado de dormirse llorando por un hombre que ni una sola vez hizo un esfuerzo por ella, que prefirió obtener a vida que deseaba, cumplir sus metas y ambiciones a cambiarlas por ella. Ni siquiera bota sus “aspiraciones” a la basura, solo modificar sus prioridades. Por suerte no todo fue amargo y Danielle, tuvo su momento de paz liego de 4 difíciles meses. Tuvo unas pequeñas vacaciones con su familia antes de finalmente regresar al apartamento y tomar las riendas de su vida. Por el momento no necesitó un trabajo estable, tenía sus ahorros más lo que le habían pagado en la empresa del papá de Wes. Lo primero que hizo al volver fue frecuentar la casa de su amiga Mika, o la pastelería, ya era suficiente de evitar a Amanda. En ocasiones se la topaba y estaba segura por la mirada en su rostro que su mirada era distinta, como si supiera todo lo que había estado pasando solo con una mirada. Estaba casi segura que ella quería volver a ser su amiga, es más esperaba a que le dijera algo cada vez que se encontraban pero el orgullo vale más y lo evitaba dejándolo en espera Pero Danielle, decidió intentarlo, no quería perder a su amiga, sabía que Amanda, sentía lo mismo y dejó de rechazar las invitaciones de Mika, en las que sabía se encontraría ella. Fue a una de las barbacoas que organizó Leo, con algunos compañeros de la firma de abogados en donde Danielle, hizo un reemplazo como secretaria para uno de los colegas de su amigo. Se trataron con educación, no se evitaron, intentaron hacerlo fácil para Mika, y que no tuviese que escoger un bando Fue difícil, Amanda, se volvía una persona absolutamente distinta cuando iba del brazo de su esposo Ferdinand, el piloto. No reía tanto ni hablaba mucho, se limitaba a comportarse como la esposa perfecta mientras Ferdinand, se creía mejor que el resto y se la pasaba pegado al celular o enviando textos. Todos eran aburridos para él. Hasta que tras decidir “relajarlo” Mika, no permitió que su copa se vaciara, por supuesto sin llegar al exceso, solo lo suficiente para que prestara atención a la gente a su alrededor Y funcionó. Ferdinand, incluso participó de las bromas de Leo y Danielle, siguiéndoles la corriente cuando inventaban alguna rara historia falsa solo para hacer reír a Mika. Se sentía bien ser normal pensó Danielle, viendo a su grupo de amigos reír relajados bajo el sol
Pero pese a sus esfuerzos por mantener la sonrisa no pudo evitar el curso de sus pensamientos que vagaba hacia ese lugar oscuro al que evitaba ir. A menudo pensaba en qué estaría haciendo Nicholas ¿habrá solucionado su problema con Frida? ¿Su hotel ya estará construido? ¿Pensará en ella? Melancólica se apartó de todos para que no notaran su cambio de ánimo. Necesitaba componerse para no preocuparlos así que para no contagiarlos con su bajón se excusó y se levantó de su silla alisó la parte trasera de su ligero vestido de verano sin mangas y entró en la casa fue directo a subir las escaleras para usar el baño de la segunda planta en vez del de invitados cerca de la sala. Tomó asiento al borde de la bañera y sacó su celular del bolsillo del vestido, buscó en la galería unas antiguas fotografías que tenía de Nicholas, de cuando estuvieron solos por una semana, la única semana en que realmente fueron “algo”…, como lo extrañaba, le enojaba extrañarlo tanto y lo triste es que no era primera vez que sentía la necesidad de ocultarse para ver aquellos recuerdos, lo hacía cada vez que veía a sus amigas felices con sus parejas, deseaba poder tener algo así algún día. Tomó una larga respiración se preparó mentalmente para volver con todos, atesoró sus recuerdos y se puso frente al espejo, acomodó por milésima vez el escote del vestido, los botones no le obedecían y se soltaban a cada rato, los abotonó y salió del baño, solo para encontrarse a Ferdinand, de pie frente a la puerta — Ops, lo siento no sabía que tenía fila Intentó bromear pero Ferdinand, no movió un solo músculo de su rostro, al contrario permaneció intimidante por unos segundos antes de abalanzarse sobre Danielle, en un violento movimiento provocándole una sensación de pánico, que la hizo gritar por la invasión. — ¿¡Qué haces!? —gritó asustada Ferdinand, le cubrió la boca con la mano para que nadie la escuchara acorralándola contra el marco de la puerta con brusquedad haciéndole daño, no le importó y con su mano libre le agarró el trasero apretándola contra su pelvis frotándose con frenesí mientras ella luchaba por liberarse — ¿¡Qué demonios crees que haces!? —gritó cuando por fin se pudo quitar la mano de Ferdinand, de la boca — Vamos, no te hagas la inocente, es lo que buscas, me deseas — ¿Qué YO te deseo? ¿¡En qué universo paralelo!? —forcejeó con sus manos intentando apartarlo — Vi tus señales, no dejabas de lanzarlas —sonríe con malicia mientras bajaba la mirada devorándole los generosos pechos — ¡Es el maldito vestido, está defectuoso! No te he mandado absolutamente ninguna señal Nerviosa porque Ferdinand, no mostrara absolutamente ni una sola pizca de arrepentimiento y porque este hombre era el esposo de Amanda, con quien quiere recuperar su amistad, reunió todas sus fuerzas para empujarlo lejos de ella consigue empujarlo lejos para caminar hacia la escalera y poder regresar con todos para que no pudiese hacerle nada. Pero el mujeriego y ególatra que llevaba dentro le demostró lo fácil que le resultaba tener lo que deseaba y en un ágil movimiento abrió una puerta y arrastró a Danielle, tirándola de la muñeca para encerrarla en un cuarto de invitados — ¡Animal! Le gritó Danielle, tropezando por el empujón. El hombre no hacía más que sonreír con la malicia esparcida en todo el rostro como una oscura sombra que rebelaba sus cuernos demoniacos. El modo en que analizaba el cuerpo de Danielle, sus piernas desnudas, su vestido desabotonado, su pecho agitado por el miedo que estaba sintiendo en ese preciso momento, lo excitaba. Inclinándose la agarró de la cintura para levantarla y soltarla sobre el colchón con ningún esfuerzo se trepó con una agilidad impresionante montándose encima del cuerpo tembloroso de su víctima. Nadie le decía NO al gran Ferdinand. Aprisionada por las piernas del monstruo que tenía encima lo golpeó con los puños mientras le gritaba que la soltara, pero estaba cegado y con los puños rasgó la tela del vestido dejando al descubierto su brasier y sus pechos bien proporcionados, no eran grandes pero llenaban la palma de un hombre con gusto… — ¡Suéltame! ¡No vas a tocarme, sucio! Victorioso se inclinó hundiendo su rostros en las tetas de Danielle, mordiéndolas desesperado, enloquecido, ni siquiera sentía los manotazos que con desesperación intentaban alejarlo — ¡¡Suéltame!!— ¡¡Apártate!!Gritó y grito sin dejar de forcejear pero Ferdinand, sonreía con más ganas al escuchar sus suplicas, lo excitaban los gritos y manotazos en el pecho, el forcejeo. Cuando intentó besarla Danielle, consiguió arañarle el rostro, sintió pánico al notar un brillo perverso en esos ojos azules sin vida y no consiguió alejarlo, todo lo contrario la inmovilizó agarró sus muñecas con brusquedad y las fijó a cada lado de su rostro no le importaba hacerle daño. Y no se rindió, continuó gritando por ayuda, desesperada, no iba a permitirle que la usara, aunque lo estaba consiguiendo, el hombre era un animal, bruto y morboso, le juntó las muñecas sobre la cabeza y las sostuvo con una mano de largos dedos haciéndola aullar del dolor— ¡No me hagas nada! POR FAVOR ¡No lo hagas! —las lágrimas de terror corrían por su rostro, la desesperación se apoderaba de ellaPero Ferdinand, ya estaba perdido por su lujuria y la excitación que le provocaba que se resistiera que luchara contra él. Su mano libre pronto llegó a la entrepierna de Danielle, a tirones comenzó a bajarle las bragas sin dejar de sonreír pese a las suplicas, ignorando los gritos, ella gritaba y gritaba desesperada, sintiéndose impotente y atrapada, perdida… El modo en que su pecho se sacudía intentando forcejear para liberarse lo enloqueció, era un depravado, se lanzó a morderlos gustoso mientras dejaba las bragas de Danielle, y en su lugar se desabrochaba el pantalón e introducía su mano para masturbarse mientras le comía los pechos. Ni el llanto de ella lo detuvo…Y de pronto sí lo hizo, Ferdinand, se desplomó sobre ella y en un ataque de histeria siguió gritando y gritando hasta que alguien se lo sacó de encima, intentó tocarle el brazo pero Danielle, no paraba de gritar y lanzar manotazos desesperados